En la zona más representativa del Madrid de siempre, ha nacido un símbolo del trabajo, del paso del tiempo, del amor por la ciudad, de lo más castizo de nuestra literatura. Justo enfrente de los famosos personajes de “Fortunata y Jacinta” hijos del amor por la ciudad de Galdós y Mingote, ninguno de los dos madrileños de nacimiento, pero reconocidamente “madrileños ejemplares”, “El Relojero de la calle de la Sal” recibe y saluda cariñosamente a cada viandante. “Sean todos bienvenidos”
Desde el siglo XIX esta pequeña relojería es un icono de la calle de la Sal, junto a la Plaza Mayor, en pleno centro de Madrid. Fundada en 1880, se reforma en el año 39 para la venta de relojes, con el taller y la tienda en el mismo lugar. La última reforma de la tienda recupera las formas del siglo XIX, con la madera y el cristal como protagonistas, dando gran estilo a una fachada pequeña pero llamativa por su belleza. El interior, forrado de madera y cristal está repleto de bonitos relojes de pared.
Cronistas y estudiosos coinciden en que el nombre de la calle le vino por ser el pequeño espacio del mercado habitual para la sal, que se guardaba en «un depósito con una gran reja de hierro», por lo que también pudo tener antes el título de Real de la Sal, aunque en el plano de Teixeira de 1656 aparece como Calle de la Sal. En el Plano de la Villa y Corte de Madrid trazado en el siglo XIX por Fausto Martínez de la Torre y Josef Asensio, aparece dentro del antiguo Barrio de la Panadería de la Visita General de 1749.